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Conectados en nuestra comunidad educativa

Así como los estereotipos y los prejuicios son elementos que debemos combatir, los mecanismos de desconexión moral parece que nos acompañarán como especie. ¿Cómo mantenernos conectados? ¿De qué manera podemos trabajarlos en nuestra comunidad y en nuestra labor educativa con nuestros estudiantes?

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Es ahí donde entra la importancia de la psicología educativa. Desde un trabajo interdisciplinar con diferentes agentes de la comunidad educativa, el departamento de psicología de un colegio debe, desde la primera persona, abordar esta temática.

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Como comunidad educativa, tenemos que reconocer nuestros valores institucionales y tener estrategias para practicarlos en la mayoría de situaciones, hacer que lleguen a todos los rincones de nuestra escuela mediante una sólida cultura de conciencia moral. El psicólogo educativo es un miembro de nuestra comunidad que se posiciona como aliado estratégico capaz de liderar en el trabajo, pues estudia los procesos mentales individuales, las relaciones interpersonales y las dinámicas vinculares intergrupales. Pienso que dos objetivos son centrales.

Objetivo 1: Componer un ambiente educativo moral

Desde los símbolos y actividades hasta las aulas y salas de profesores, debemos tener diferentes marcadores que nos recuerden y lleven a reflexionar sobre quiénes somos como comunidad y de qué manera solemos desconectarnos de esto que somos.

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La estrategia consiste en insertar diferentes piezas de comunicación interactivas, virtuales y presenciales, para generar un ambiente moralmente conectado; todo esto considerando los diversos contextos, como los distintos ciclos de los estudiantes y los estilos de los departamentos de la escuela. Estas piezas pueden ser banners, periódicos murales, foros virtuales, mensajes de correo, frases inspiradoras, chats de discusión o asistencia rápida, entre otros.

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La importancia del departamento psicológico está precisamente en ser el guardián de los valores de nuestra institución; velar por la relevancia de los contenidos y formas de las piezas de comunicación para los diversos grupos y situaciones presentes en nuestra comunidad educativa, considerando siempre las singularidades.

Objetivo 2: Diseñar espacios de diálogo abierto para resolver conflictos

Los espacios de diálogo deben velar por crear y actualizar las relaciones de confianza en nuestra comunidad. Un elemento clave es capacitarnos constantemente en cómo ser asertivos (honestos y al mismo tiempo considerados) al momento de retroalimentar a cualquier miembro de nuestra comunidad. Tenemos que luchar para romper la sinonimia entre retroalimentación y ataque personal, a través de la confianza.

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Estas acciones deben implementarse desde una perspectiva dialogante y constructiva, no punitiva: la presencia de castigos generará la emergencia de ocultos sistemas de procedimientos paralelos, cuyas problemáticas serán imposibles de trabajar.

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Para esto, es necesaria una revisión minuciosa de nuestras formas de resolución de problemas en comunidad; una vez más, desde problemas entre estudiantes hasta choques entre directivos. Reflexionar sobre la conexión de nuestros procesos con nuestros principios y valores institucionales es vital para identificar, intervenir y monitorear la dinámica de los mecanismos de desconexión moral en nuestra cotidianeidad.

El rol del psicólogo aquí es fundamental. Debe liderar o pertenecer al equipo que lidere todo el programa de espacios de diálogo abierto, desde su diseño, implementación, monitoreo y evaluación. 

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Por otra parte, debe ser aquella persona que, producto de sus buenas relaciones con la mayoría de miembros de nuestra comunidad, sea el puente entre los diferentes sujetos y grupos de nuestra institución, así como el encargado de la contención emocional en casos de conflictos severos.

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